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CÓMO VIVIR CON LOS NIÑOS

El problema principal con los niños es cómo vivir con ellos. En la crianza de los niños, el problema es el adulto, no el niño. Un adulto estable y bondadoso, con amor y tolerancia en su corazón es con toda seguridad la mejor terapia que un niño puede tener.

La mayor consideración en la crianza de los niños es el problema de entrenarlos sin subyugarlos. Tienes que criar a tu hijo de tal manera que no tengas que controlarlo, para que él o ella tenga pleno control de sí mismo en todo momento. De ello dependen su buen comportamiento, su salud, su cordura.

Los niños no son perros. No se les puede entrenar como se entrena a los perros. No son objetos a controlar. Son, y no pasemos por alto este punto, hombres y mujeres. Un niño no es una especie de animal distinto del hombre. Un niño es un hombre o una mujer que no ha alcanzado su crecimiento pleno.

Toda ley pertinente al comportamiento de los hombres y las mujeres es pertinente a los niños.

¿Te gustaría que te jalaran, te arrastraran y te hicieran ir de un lado a otro y que te impidieran hacer lo que tú quisieras? Te indignarías. La única razón por la que un niño “no” se indigna es porque es pequeño. Tú prácticamente matarías a alguien que te tratara a ti, un adulto, con las órdenes, contradicción y falta de respeto con las que se trata al niño promedio. El niño no contraataca porque no es lo bastante grande. En vez de eso, te llena el suelo de lodo, te interrumpe la siesta y destruye la paz del hogar. Si se encontrara en un plano de igualdad contigo en cuestión de derechos, no pediría esta “venganza”. Esta “venganza” es el comportamiento infantil estándar.

El autodeterminismo es aquel estado de ser en que el individuo puede ser o no ser controlado por su entorno, a su propia elección. En ese estado el individuo se siente seguro de sí mismo en su control del universo material y los demás.

Un niño tiene derecho a su autodeterminismo. Puede argumentarse que si no se le frena cuando va a tirarse cosas encima, sale corriendo a la calle, etc., se hará daño. ¿Qué haces como adulto, permitiendo que ese niño viva en habitaciones o en un entorno donde se pueda hacer daño? La culpa es tuya, no de él, si rompe cosas.

La dulzura y el amor de un niño sólo se preservan mientras pueda ejercer su propio autodeterminismo. Interrumpe eso y hasta cierto grado estás interrumpiendo su vida.

Sólo hay dos razones por las que el derecho de decisión propio de un niño tiene que interrumpirse: la fragilidad y el peligro de su entorno, y . Pues le haces a él las cosas que te hicieron a ti, sin importar lo que tú pienses al respecto.

Puedes tomar dos caminos. Darle vía libre al niño en un entorno en el que no pueda destrozar nada importante y en el que no pueda resultar lastimado y que, a la vez, no restrinja en gran medida su propio espacio y tiempo. Y a través de los servicios de Scientology, librarte de tus propias aberraciones (desviaciones de una conducta o pensamiento racionales) hasta el punto en que tu tolerancia iguale o sobrepase la falta de educación del niño sobre cómo complacerte.

Cuando le das algo a un niño, le pertenece a él. Ya no es tuyo. La ropa, los juguetes, la habitación: lo que se le ha dado debe permanecer bajo su control exclusivo. Que hace trizas su camiseta, destroza su cama, rompe su coche de bomberos. Eso no es asunto tuyo. ¿Te gustaría a ti que alguien te diera un regalo de Navidad y te indicara, día tras día a partir de entonces, lo que tuvieras que hacer con él e incluso te castigara si no lo cuidaras de la forma en que la persona que te dio el regalo pensara que deberías hacerlo? Destrozarías a esa persona y destruirías ese regalo. Sabes que lo harías. El niño te destroza los nervios cuando tú le haces eso a él. Eso es venganza. Llora. Te da lata. Rompe tus cosas. Derrama “accidentalmente” su leche. Y destroza a propósito la posesión sobre la que tan a menudo se le advierte. ¿Por qué? Porque está luchando por su autodeterminismo, su propio derecho a poseer y a hacer que se sienta su peso en el entorno. Esta “posesión” es otro conducto mediante el que se le puede controlar. Por lo tanto, él tiene que luchar contra la posesión y contra el controlador.

No hay duda alguna de que hay gente que fue tan deficientemente educada que piensa que el control es el non plus ultra (el punto más elevado) en la crianza de los niños. Si quieres controlar a tu niño, simplemente dómalo hasta que entre en completa apatía y será tan obediente como cualquier imbécil hipnotizado. Si quieres saber cómo controlarlo, consíguete un libro de entrenamiento canino, llama al niño Rex y enséñale primero a ir corriendo a buscar cosas gritándole “¡Busca!” y luego a sentarse erguido diciéndole “¡Siéntate!” y luego a ladrar para pedir comida. Puedes entrenar a un niño de esa manera. Seguro que puedes. Pero será tu mala suerte si él se convierte en un ser sanguinario.

Por supuesto, las vas a pasar negras. Estás tratando con un ser humano. Será duro porque el hombre se convirtió en el rey de las bestias por el mero hecho de que nadie le pudo dar una paliza, como especie. Él no entra con facilidad en una apatía obediente como hacen los perros. Los hombres poseen perros porque los hombres son autodeterminados y los perros no.

La razón por la cual la gente empezó a confundir a los niños con los perros y comenzó a disciplinarlos por medio de la fuerza se encuentra en el campo de la psicología. El psicólogo trabajaba sobre los siguientes “principios”:

“El Hombre es malvado”.

Al Hombre hay que entrenarlo para que sea un animal social”.

“El Hombre tiene que adaptarse a su entorno”.

Como estos postulados no son ciertos, la psicología no funciona. Y si alguna vez has visto a alguien hecho un desastre, es al hijo de un psicólogo profesional. Si prestamos atención al mundo que nos rodea en lugar de a los textos que alguien ideó después de haber leído los textos de alguien más, veremos la falacia de estos postulados.

La realidad es bien opuesta a las creencias previas.

La verdad reside en esta dirección:

El Hombre es básicamente bueno.

Sólo mediante una severa aberración se puede volver malo al hombre. El entrenamiento severo lo fuerza a la no-sociabilidad.

El Hombre tiene que retener su capacidad personal de adaptar su entorno a sí mismo para mantenerse cuerdo.

Un hombre es tan cuerdo y está tan a salvo como autodeterminado sea.

Al criar a tu niño, debes evitar “entrenarlo” para que sea un animal social. Tu niño empieza por ser más sociable, más digno, de lo que lo eres tú. Y en un tiempo relativamente corto, el trato que recibe lo reprime tanto que se rebela. Esta rebelión puede intensificarse hasta tal punto que sea un verdadero horror tenerlo cerca. Será ruidoso, desconsiderado, descuidado con las posesiones, sucio: en resumen, cualquier cosa que te moleste a ti. Entrénalo, contrólalo y perderás su amor. Habrás perdido para siempre al niño que tratas de controlar y poseer.

Deja que un niño se siente en tu regazo. Se sentará ahí, satisfecho. Ahora rodéalo con tus brazos y oblígalo a estarse ahí sentado. Haz esto aunque el niño ni siquiera esté intentando marcharse. Al instante, se retorcerá. Luchará por alejarse de ti. Se enfadará. Llorará. Recuerda, estaba tan contento antes de que tú empezaras a sujetarlo.

Tus esfuerzos por moldear, entrenar, controlar al niño, lo harán reaccionar, en general, exactamente como cuando intentas sujetarlo en tu regazo.

Un niño requiere del apoyo de sus padres en muchos aspectos de su supervivencia. Pero si ellos también interrumpen severamente sus decisiones sobre la vida, se enfrenta a un gran problema que le causa mucha preocupación.

No hay duda de que tendrás dificultades si tu niño ya ha sido controlado, disciplinado, se le han dado órdenes y se le han negado sus pertenencias. A mitad del camino, cambias de táctica. Intentas darle su libertad. Sospechará tanto de ti que el niño lo pasará fatal intentando amoldarse. El periodo de transición será terrible. Pero al final tendrás un niño ordenado, bien entrenado, sociable, que es considerado contigo y, algo muy importante para ti, un niño que te quiere.

Al niño al que se coacciona, al que se lleva como a un corderito, al que se manipula y se controla, se le postula una ansiedad nefasta. Sus padres son entidades de supervivencia. Representan comida, ropa, cobijo, afecto. Esto significa que quiere estar cerca de ellos. Él quiere amarlos, naturalmente, pues es su hijo.

Pero por otro lado, sus padres son entidades antisupervivencia. Todo su ser y su vida dependen del ejercicio de sus derechos para poder tomar sus propias decisiones respecto a sus movimientos, sus posesiones y su cuerpo. Los padres tratan de interrumpir este proceso, debido a la idea errónea de que el niño es un idiota que no aprenderá a menos que se le “controle”. Así que él tiene que evitar, luchar contra, molestar y hostigar al enemigo.

En esto consiste la ansiedad: “Los quiero mucho. También los necesito. Pero constituyen una interrupción de mi capacidad, de mi mente, de mi vida potencial. ¿Qué voy a hacer con mis padres? No puedo vivir con ellos. No puedo vivir sin ellos. ¡Ay, Dios! ¡Ay, Dios!”. Se queda sentado dándole vueltas a este problema. Ese problema, esa ansiedad, lo acompañará durante dieciocho años más o menos. Y prácticamente arruinará su vida.

Libertad para el niño significa libertad para ti. El abandonar las pertenencias del niño a su destino significa la seguridad final de las pertenencias del niño.

¡Qué terrible fuerza de voluntad se requiere de los padres para no estar dándole constantemente a un niño una sarta de instrucciones! ¡Qué agonía observar cómo van a estropearse sus posesiones! ¡Qué trastorno contenerse de ordenar su tiempo y su espacio!

¡Pero es necesario, si quieres que el niño se encuentre bien, esté contento, sea cuidadoso, encantador e inteligente!

(de una persona) que tiene una firmeza constante, un carácter confiable.

un poder o cualidad curativa.

aquello que existe o se va a tener en cuenta a la hora de tomar una decisión, evaluación de los hechos, etc.

aplastar la fortaleza emocional o espiritual de (alguien).

un grupo o clase de animales o plantas que tienen ciertas características comunes y permanentes que claramente los distinguen de otros grupos y que pueden reproducirse. También usado en sentido figurado.

la cualidad de ser fácilmente rompible o sujeto a ser dañado o destruido.

lo máximo; sobre todo lo mejor, superior, lo más perfecto.

una persona que es muy belicosa o deseosa de derramar sangre.

alguien que vive o se inclina a vivir en comunidades; alguien deseoso de disfrutar de la sociedad o de la compañía de otros. Se utiliza despectivamente.

idea falsa o errónea; error.

una desviación del pensamiento o comportamiento racional; pensamiento o conducta irracional. Básicamente significa errar, cometer errores o, más específicamente, tener ideas fijas que no son verdad. La palabra se usa también en su sentido científico. Significa desviación de una línea recta. Si una línea debiera ir de A a B, entonces, si está aberrada iría desde A a algún otro punto, a algún otro punto, a algún otro punto, a algún otro punto, a algún otro punto y finalmente llegaría a B. Tomado en este sentido, también significaría la falta de orden o ver distorsionado, como por ejemplo: un hombre ve un caballo y cree que es un elefante. La conducta aberrada sería una conducta equivocada o no apoyada por la razón. La aberración se opone a la cordura que sería su opuesto. Del latín aberrare: desviarse; del latín, ab: lejos, errare, andar errante.

perteneciente a, dedicado a o caracterizado por relaciones o compañías amistosas, busca o disfruta de la compañía de otros, amistoso; social.

entidades son cosas que tienen una existencia separada o independiente; cosas que tienen distintas características o forma de ser. Entidad se refiere a personas que son la fuente de algo, en este caso de supervivencia o antisupervivencia.